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Varices
Descripción
¿Qué son las varices?
Las varices son dilataciones de las venas superficiales de las piernas, que funcionan de manera anormal y no conducen la sangre correctamente hacia el corazón. Se trata de una de las patologías más frecuentes en las personas adultas, ya que hasta un 40% de ellas puede tener algún tipo de varices.
En las piernas existe un Sistema Venoso Profundo, que conduce el 90% del flujo sanguíneo de retorno y un Sistema Venoso Superficial, que lleva el 10% restante. Existen numerosas comunicaciones entre ambos sistemas (Venas Perforantes). Todos estos sistemas están perfectamente comunicados y cuando eliminamos con el tratamiento las venas enfermas, varicosas, la sangre se redistribuye de inmediato a venas sanas que asumen perfectamente la circulación de retorno, sin reflujo ni insuficiencia, y mejora la circulación de esa extremidad intervenida.
Cuando decimos que una vena es insuficiente nos referimos a que las válvulas que tiene en su interior (para impedir que la sangre que va ascendiendo pueda retroceder) no funcionan correctamente. Las venas insuficientes con el paso de los años se dilatan, se vuelven tortuosas y la sangre deja de circular correctamente, pues estas válvulas no coaptan bien y la sangre retorna hacia el sentido contrario. Cuando hablamos de varices, por tanto estamos simplificando o abreviando un problema mayor, denominado Insuficiencia Venosa Crónica, del sistema venoso superficial.
¿Qué problemas pueden asociar las varices?
A veces sólo son un problema estético, o incluso pueden ser asintomáticas, pero lo más frecuente es que produzcan dolor leve, cansancio a veces extremo, picor, pesadez de piernas importante, pigmentación y edema (inflamación de los tobillos sobre todo).
Sin embargo, si las varices son tronculares, de calibre importante, con el paso del tiempo y sin tratamiento, pueden complicarse de tres formas distintas: flebitis (varicotrombosis), úlceras cutáneas crónicas y hemorragia externa ante pequeños roces (varicorragia).
¿Cómo tratamos las varices?
Para un buen tratamiento es imprescindible distinguir no solo la causa sino también la extensión de la Insuficiencia Venosa. Podemos encontrar causas primarias (Varices Esenciales) o bien secundarias a patologías como la Trombosis Venosa Profunda, Malformaciones Venosas, Traumáticas, Compresivas, Insuficiencia Venosa Pelviana, etc.
Conocer la causa nos ayudará a tratar adecuadamente cada patología concreta y saber si se beneficiará de unas u otras técnicas (medidas conservadoras, tratamiento con escleroterapia, o alguna técnica quirúrgica especial).
Dependiendo del calibre de las varices y de las características del paciente, las varices pueden tratarse con amplitud de técnicas diferentes y algunas de ellas combinables entre sí: Cirugía clásica (safenectomía), Cirugía hemodinámica (Cirugía tipo CHIVA), ablación con Láser endovenoso, ablación con Radiofrecuencia, Sellado con cianoacrilatos (VenaSeal) Flebectomía simple, Escleroterapia con microespuma , ablación mecánico-química, láser percutáneo, etc. El hecho de que existan tantas técnicas para un mismo problema de salud se debe, como en otras circunstancias, a que cada una aporta unas ventajas pero puede contar con algún inconveniente. Por ello, aquí y como en tantos otros problemas de salud, cada paciente necesita ser valorado y tratado con lo más apropiado para cada caso.
Las técnicas más modernas y seguras de todas estas son sin duda la Ablación Térmica por Radiofrecuencia y el sellado químico con cianoacrilatos (VenaSeal). En ambos casos se inserta por punción en la vena safena insuficiente (interna o externa) un catéter muy fino y mediante ecografía se guía hasta la zona del origen de la insuficiencia, habitualmente el cayado de la safena en la zona inguinal. Se establece un margen de seguridad dependiendo de la técnica y desde ese nivel se va eliminando la vena o bien por calor (radiofrecuencia) o por adherencia (VenaSeal). Podemos aplicar o no dependiendo del caso anestesia tumescente alrededor de la vena safena para conferir mayor seguridad al proceso. A esa técnica puede añadirse flebectomía simple o escleroterapia con espuma para eliminar el resto de varices de la extremidad.
En algunas ocasiones las varices pueden tratarse de forma aislada, como hemos mencionado anteriormente, mediante esclerosis o Escleroterapia (denominada también fleboesclerosis), que consiste en inyectar una sustancia (espuma o microespuma con polidocanol) dentro de la vena varicosa, que produce una inflamación y la cierra al flujo sanguíneo. Según el tipo y el número de venas serán necesarias más o menos sesiones. Normalmente las varices que tratamos únicamente con escleroterapia son las de menor tamaño (arañas vasculares o telangiectasias, varículas y varices reticulares). Las de mayor calibre (varices tronculares) se reservan para cirugía (flebectomía) aunque en casos seleccionados (úlceras venosas y varicorragias, por ejemplo) pueden tratarse también con escleroterapia (guiada en este caso con ecografía doppler).
Para mejorar el resultado en la esclerosis de las varices utilizamos un transiluminador que emite luz infrarroja y resalta las venas más profundas que son responsables de la red de arañas vasculares y se esclerosa con más precisión.
El resultado mejora en muchas ocasiones también con la ayuda de medias elásticas de compresión normal o fuerte, que mejoren la sobrecarga venosa del ortostatismo (mantenerse en postura sentada o de pie demasiadas horas) y frenen la aparición de otras varices así como el desarrollo de las que ya tiene el paciente. También algún tipo de medicamentos flebotónicos puede ser útiles para mejorar los síntomas de la insuficiencia venosa crónica.